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lunes, 15 de febrero de 2016

Sentir la diferencia (Belgrano 3 vs River Plate 2)

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Andrés D'Alessandro y su primer partido en River Plate
Volver. Siempre hay una primera vez para esta experiencia, que puede ser amena o negativa. En plena vigencia o al borde del adiós. Con el factor en nuestro país de tener a todos a favor o todos en contra. Andrés D'Alessandro vivió en Córdoba una mezcla de todas esas sensaciones.

No se sintió cómodo en el primer tiempo, en el contexto de un rendimiento flojo del equipo por falta de conexión de los jugadores de buen pie, un planteo largo dejando muchos espacios y varios desacoples defensivos. Ni por derecha ni por izquierda lograba dejar huella con su desequilibrio sumado a la presión y rodeo defensivo por parte de Belgrano para no padecer las consecuencias de tamaña figura. Y para colmo de males, un mal despeje del enganche para que Etevenaux abriera el partido con un golazo.

En el segundo tiempo, las rispideces de nuestro fútbol fueron degastando a D'Alessandro. Pero a la vez, le abrieron un lugar para explotar mejor el partido. El retraso de Belgrano en la cancha más la reestructuración táctica del equipo lo llevó a establecerse por derecha en mitad de cancha. No tan adelante para no toparse con Mora o Bertolo quienes buscaban por ese lado también. Allí sí pudo, dosificando el aire, conducir al equipo en el rol de lanzador o de primer pase seguro. Aunque no pudo contribuir a que River pudiera revertir el resultado.

Su presencia eleva la vara sin duda. Pero el ser humano es un animal de costumbre. Y D'Alessandro no escapa a este dicho.


por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

viernes, 6 de noviembre de 2015

Despertar (River Plate 0 vs Huracan 1)

Un gol insólito producto de la desconexión de la defensa
Cuesta imaginarlo, pero sucede. Es como en nuestra vida de todos los días, que no podés entender cómo a veces alguien pasa de blanco a negro, sin importar en cuánto tiempo hizo el traspaso. River hasta hace no mucho deslumbraba por su juego, ayer nomás maquillaba sus falencias con presencia y prepotencia. Contra Huracán quedó expuesto de todas sus carencias.

Es cierto que hay circunstancias individuales que en determinados casos reviven una historia. También es fácil recurrir a los ausentes como ese ensamble que no está en este equipo para unir las partes resquebrajadas. Maidana con Funes Mori eran Batman y Robin, una defensa inquebrantable que hoy no encuentra su recomposición. Porque ni Balanta volvió a adueñarse de su puesto ni la juventud de Mammanna trajo la salvación. Y sobre todo si eso se potencia con rendimientos de jugadores que supieron estar en la cresta del fútbol argentino y hoy no coordina movimientos. El gol de Espinoza, ese golpe sobre la mesa que Huracán estaba mereciendo dar, llega no sólo por una carambola. Es una lectura de carencias. El pase hacia un espacio muy vacío por falta de posicionamiento sumado a un cruce que por defecto y por apuros favorecía y no dejaba opción más que el perfil hábil de Casco. Y allí estuvo el volante del Globo para bloquear a Barovero y marcar diferencia.

Mientras tanto, a River le faltaban sociedades para construir hacia delante. Así como en su momento el contexto hacía prescindir de Ponzio, el rosarino es ese engranaje de conexión. Porque su experiencia esconde bajo la alfombra defectos con sus carajeadas y su panorama de juego. Es menester que jueguen todos conectados. Por eso, y más allá de su situación apremiante en el torneo doméstico, no deja de ser significante al por mayor el rendimiento de Vismara, amo y señor del mediocampo ayer. Pero la foto muestra que se está abierto por demás sin influir en absoluto. Tabaré Viudez puede dar fe.

Y esa falta de liderazgo recién Lucho sobre el final se encargó de plasmarlo en una situación de juego neto, que tuvo el plus de ser un mano a mano con Marcos Díaz que Casco y Saviola no supieron resolver en conjunto. River necesitó de 80 minutos para que su confianza le haga imponer supremacía constructiva por sobre los de Domínguez. Pero fue tan sólo eso, un instante.

Como siempre, nada está dicho. River se acostumbró el último tiempo a no ceder ningún torneo y a ganar gran parte de todo lo que afrontó. Pero hoy necesita despertar a una realidad que lo deja sin respuestas sin futbolísticas ni anímicas. Es necesario.

 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

jueves, 29 de octubre de 2015

Dale gracias (Chapecoense 2 vs River Plate 1)



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Sánchez grita el gol

Hay teorías que en el fútbol se derriban, como la de que el débil está perdido en la previa. Nadie gana antes del pitazo inicial en un partido. Los recursos del más débil fueron demasiado para un River que sólo tiene que atinar a agradecer estar en semifinales de la copa Sudamericana.

Porque el conjunto de Gallardo dependió de rendimientos individuales, el de equipo se queda en la columna del debe. Con tan solo una variante respecto del partido de ida, cambiaron las formas pero no el fondo de la cuestión que es que no hay un nexo vinculante para que el equipo encuentre fluidez. Está bien que Ponzio sea el que lidere la presión hacia adelante desde un eje central, pero el paso siguiente es buscar conexiones rápidas con Pisculichi o Sánchez; por el contrario se vio mucha distancia como para que Cléber Santana sea dueño del mediocampo y dejar expuesto en la marca a Kranevitter, sin contar además el poco abastecimiento a Mora y Driussi dedicados más a la lucha. Sin embargo, dinámica y precisión cuasi una semana atrás le dieron ese gol con gusto a oxígeno en la serie. Centro-pase teledirigible de Pisculichi, Sánchez tocando y llegando para marcar, porque siempre es mejor llegar que estar, contradiciendo casi descaradamente la letra del hermoso tema de Spinetta Jade. A pesar de todo, dale gracias a ese rapto de lucidez. Quizás, uno de los pocos.

River ha sabido en estos tiempos de cosechas cómo también cuidarlo en la adversidad, en situaciones apremiantes. En Brasil esta vez perdió esa batalla. No sólo que Mercado y Casco no gravitaron en ataque con su voracidad ofensiva, sino que en defensa fueron sometidos en gran parte del tiempo por Ananias y por Maranhao. Y hasta incluso con el apoyo de los laterales del conjunto brasileño, como el primer gol de Rangel con el gran desborde y centro de Dener. Lo de los centrales no fue la excepción. Rangel les tomó el tiempo a Maidana y Balanta y siempre ganó por anticipación, de espalda para pivotear o cortando entre las espaldas de ambos. El segundo gol de los de Ferreira dio muestra de que las clavijas estaban lo más floja que se podía estar. La fragilidad del colombiano para que Thiego le ganara en ese cabezazo al centro del área chica, donde el 2 se olvidó de quizás el delantero más peligroso de la noche.

No se podía progresar. Entonces a sostener. Y en ese rubro Barovero se calzó en parte el traje de cumplir a rajatabla con la premisa, con la salvada nuevamente ante Rangel, y además tomando la postura de congelar los momento de mayor acoso del Chapecoense. A eso dale gracias, como también a la falta de eficacia de Neto para no errarle a tres metros de la línea de gol o de Thiago Luis para que no tuvo la frialdad suficiente para enfocarse bien en ese cabezazo que, de pique al suelo y ante un Barovero rendido, pegó en el travesaño.

Se terminó la serie. Modesta alegría. Nada de exacerbar esta historia. Había conciencia de que el trámite fue más de lo que se esperaba. Bien valía para el Chapecoense el túnel con aplausos como recibieron los Pumas en el mundial.
 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

jueves, 22 de octubre de 2015

No ser quien deseas (River Plate 3 vs Chapecoense 1)

Pisculichi grita su golazo de tiro libre
Nadie duda lo que quiere River. Menos que menos Gallardo, ganador por voracidad. Encontrar esa sintonía y mentalidad avasallante en un equipo que se encuentra navegando en la intermitencia. Y ésta no es por el mero azar. Son errores de funcionamiento que no se curan.

Como primer problema, dejarle camino libre de llegada a esa intermitencia. Porque aún en el plantel corto, a River le sobraba desequilibrio por sobre el conjunto brasilero. Sin embargo, la cobertura zonal para nublar a Pisculichi y a Lucho y tapar a Kranevitter le bastó a este joven rival para neutralizarlo. Llevarlos a los de Gallardo al toqueteo sin progreso que derivaba en un pelotazo dividido sin sentido que siempre fue doblegado por uno de verde. Porque siempre las segundas pelotas fueron de los de verde. La única conexión defensa-ataque con real sentido fue cuando River era dominador nato. Centro atrás preciso de Casco para el único positivamente revulsivo del partido como fue Sánchez.

Ahí llegó la barranca abajo en nivel. Chapecoense le propuso un juego que quizás sepa jugar mejor como el del enmarañar el trámite. Y River careció de armas para solventar tal batalla. Porque la supremacía numérica que generaban en el mediocampo los brasileros hacía correr en desventaja a Kranevitter, en una soledad muy marcada por la fragilidad física de Lucho más la inconsistencia de los defensores centrales de hoy como Maidana y Balanta de achicar hacia delante. Así, un pivoteo que le ganan al tucumano y una mala cobertura del primer marcador central derivó en el empate transitorio de Marahao.

El segundo tiempo no era muy distinto a lo del primero. River carente de alternativas. Chapecoense aguantando un partido que le estaba resultando más cómodo de lo que imaginaba. Parecía todo encaminado, pero a lo Chapulín Colorado, no contaban con la astucia de Pisculichi. Un pie zurdo para salir del encierro, y para pegarle tan perfectamente como para hacerlo perder a Danilo dentro de su propio arco. Los misiles teledirigibles, después de tanto tiempo, volvieron a la acción en el momento y lugar preciso.

Estar ganando. Revitalizar y revitalizarte. Se sintió tal cosa. Había un olor a que se estaba viendo algo que transcurría por los carriles lógicos. Y de repente con empuje parecía todo volvera fluir. Ya Chapecoense lucía sin ese orden que había brindado y se perdió ante el achique de River. Con nervios y perdiendo presencia, River ganó en fortaleza mental por el contrario. Y la muestra fue cómo pelear en el rubro divididas donde no fue eficaz en todo el desarrollo. Driussi nunca le quitó los ojos a la pelota y su convicción lo llevó a darle a Sánchez el gol de cara a un arco vacío.

El alivio de salir vencedor en el inicio de la serie. Ganar por el resultado mismo. Por la virtud de una pegada como pocas en nuestro país como mecanismo de salvataje. No ser quien quisieras, y padecerlo, aún con el maquillaje de la victoria.

 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

lunes, 5 de octubre de 2015

Una paliza táctica (Independiente 3 vs River Plate 0)

Un equipo desconocido
Un resultado en contra categórico. No admite ni un ápice de discusión. Y cuando es así tan solo revisar puertas adentro qué fallas se dejaron ver en todas sus líneas, y la mayoritaria fue cuan dominante fue Independiente sobre River.

Y la clave estuvo en donde se gesta todo. La mitad de la cancha se puede conformar con jugadores de creación más los de neto corte defensivo. Y en River fue muy desbalanceado el armado, porque Kranevitter nunca pudo doblegarse para tapar todos los huecos que se generaban ante su soledad en la marca, algo a lo cual Pity Martínez y Driussi no están acostumbrados. Tampoco pudo al revés, hacerse fuerte con la pelota, ya que Méndez y Ortiz se pusieron al hombro no sólo la tarea de tapar y bloquear todo circuito de juego sino también de ser los generadores del primer pase seguro siempre, de siempre hacer jugar a uno de rojo. Y hasta incluso de brindar asistencias uno y otro, como en los goles de Tagliafico y Lucero. Así nunca hubo un manifiesto progreso en cancha de aquellos que pueden darle ese plus de desequilibrio como de los mediocampistas externos más lo del tridente ofensivo con Pisculichi, Saviola y Bertolo.

Tampoco hubo mucha variación en el segundo tiempo. Con un hombre menos, River atinó buscar con más juego directo que con ideas acercarse al arco de Rodríguez. Pero fue sólo una leve brisa que nunca se hizo viento. El desorden de Sánchez no fue solución en el mediocampo ya que en su afán de atacar y encontrarse con una esquema defensivo inquebrantable, el problema de la primera parte se repetía. Y todo era una figura repetida constante, una lucha desigual de concentración y lucimiento que se liquida con el ejemplo del último gol.

Bien es reconocer. Méritos ajenos y defectos propios. Hay parate por eliminatorias. Tiempo de Gallardo para hacer que ésto haya sido sólo un caso aislado.


 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

jueves, 1 de octubre de 2015

El rédito de un error (Liga 1 vs River Plate 0)

El penal errado que cambió el partido
La cabeza de un futbolista forma parte de un todo físico, que juega al unísono con cada una de las partes. Es sabido que el cansancio fomenta a la equivocación. Las piernas y el aire dejan de estar conectados con las intenciones. Radiografía de un River al que su incursión en la altura le estaba pasando factura.

Porque más allá de tener la tranquilidad suficiente para llevar la serie adelante, la situación por momentos del primer tiempo fue apremiante. Y en el segundo, avasallante. Sobre todo del lado de Mercado, por donde llegaban las mejores asociaciones del conjunto ecuatoriano por parte de Morales y Alves, más las escasas escaladas de Madrid.

La tendencia se repetía en el complemento. Las líneas ecuatorianas habían subido con el comando en manos de Araujo hasta posicionarse en la mitad de la cancha. Los esfuerzos en los de Gallardo se veían debilitados, y por eso se requirió de aire con el ingreso de Mayada por Pisculichi. Sánchez doblegaba su dinámica, pero inclinado hacia adentro el riesgo siempre es cuán solo se lo dejaba a Kranevitter ante tanto empuje rival. Así fue como Alves escala por el centro hasta llegar al área y el árbitro compra un penal cometido por el tucumano, inexistente. Pero allí nació la sentencia a todo.

Porque Liga estaba a tiro. Mina ya había marcado el gol de la ilusión para la Liga en su primer y literal balón tocado. Y todo tenía olor a sentarse a esperar el segundo que llevaba todo a los penales. El mismo jugador sobre el que se sancionó la falta tomo la responsabilidad de ese penal, que terminó desperdiciando tras ese tiro ancho. Así se derrumbó el castillo mental. Porque Liga perdió consistencia ofensiva. Bajó los brazos. Y River recobró aire para tomar la postura un poco más firme de sostener el resultado sin pasar por mucho más sufrimiento.

River, o cómo saber apreciar a un adversario débil de mente.


 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

viernes, 25 de septiembre de 2015

La Era Alario (River Plate 2 vs Liga de Quito 0)

Un arranque sólido
No se trata de comparaciones. Está claro que no saldría perdiendo, pero su temprana aún edad lo dejaría relegado. Pero quién como él, Lucas Alario, para seguir escribiendo este cuento de casi superhéroe.

Pero el casi no es porque le quede chico el traje precisamente. El River de Gallardo trata y tratará siempre del contexto colectivo y no de asuntos individuales. Pero un cúmulo ya de situaciones hablan de que la nueve titular le pertenece, por características y, sobre todo, por méritos.

Desde aquel partido de vuelta por la semifinal de la Libertadores contra Guaraní definiendo con un golazo por arriba del arquero, pasando ni más ni menos que con la apertura del marcador en la vuelta ante Tigres por la final, los tres goles ante Chicago hasta llegar a la apertura del marcador en el inicio de la Sudamericana 2015 ante la Liga de Quito. Sus goles no son oportunismo, no es tan sólo la mera virtud de saber oler sangre, sino estudiar de dónde viene y hacia dónde va, y a partir de ahí construir. Porque tiene noción de cómo hacerlo. Su inteligencia se condice con los centímetros que mide de altura. El timing para correr en paralelo ante Guaraní, el ataque al espacio contra los mexicanos para encontrarse con ese centro de Vangioni, la frialdad en las definiciones en Mataderos, el juego asociado frente a los ecuatorianos.

Pero todo eso no es que sólo se ve al momento de inflar la red. Se ve en su entrega constante y en sus intenciones. En su idea de equipo de saber cuándo correrse a un costado para no automarcarse como una referencia al rival, de ser el sostén y no el finalizador de jugadas. El segundo gol de River ante los de Zubeldía marcado por Mora demuestra ésto, cómo abandona su zona de influencia para que el uruguayo sentencie el partido ante una defensa de Liga de Quito que fue una invitación constante a ser atacada.

River necesita seguir moldeándolo. Al ex Colón le falta, entre tantas cosas por su ya mencionada temprana edad, controlar su voracidad y a veces dar el paso atrás esperando una situación más favorable. Pero será cuestión de tiempo. Mientras, River descansa en la satisfacción de haber apostado a un proyecto que ya dio muchos dividendos. La era continúa.
 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

lunes, 21 de septiembre de 2015

De pasado a presente (River 1 vs Lanus 1)

River se retira sin poder ganar en el Monumental
River en modo reformularse. Todo lo refleja. Ausencias, por lesiones o transferencias. Cambios de esquema, con renovación de oportunidades y decisión de romper un orden establecido que no estaba brindando ganancias. La víspera del debut en la copa Sudamericana y la dosificación de fuerzas, con el detalle de la no pretemporada y la cantidad de viajes hechos, y los que vendrán también. Y por último, levantar la bandera de rendición al campeonato local tras precisamente la caída ante Boca.
Pero principalmente el valor de la palabra. Agarrar el libreto y empezar de cero combinando todo lo anterior. Así arrancó este proceso River, buscando salir al sol futbolístico. Ese que lo bañó de gloria ayer nomás.

Y ante Lanús se vieron intenciones positivas dentro de un partido que no tuvo mucha cosa. Porque en el primer tiempo no hubo gran peso específico de los factores desequilibrantes, pero mientras tanto estuvo la figura de Pisculichi quien mantuvo las partes unidas dentro del esquema. Y sus intentos de desplegar dinámica se vieron impedidos por cierta quietud del resto.

El que nunca falla ahí estuvo, desplegando su arte. Y sin equivocarse, claramente. Kranevitter volvió a tener su zona en exclusividad. Y fue amo y señor, con anticipación e inteligencia de movimientos siempre en su repertorio.

Lo bueno de ambas cosas es que en conjunto dieron indicio de volver a funcionar. Más aún con el partido en desventaja. La famosa búsqueda en la necesidad ante una muralla. Con variantes orquestadas por quienes más claro tenían las cosas. Y con recursos que alguna vez brindó alegrías extremas. Recordar final de la copa Sudamericana y la pelota parada. La mira calibrada de Pisculichi para que Mora haga lo suyo.

Todo proceso lleva su tiempo. Un recurso del pasado para regresarlo. Volver a parte de las fuentes en definitiva que, para las carencias que River venía padeciendo, sólo se necesita seguir ajustándolo.
 
 
 
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

lunes, 14 de septiembre de 2015

Un arma de doble filo (River Plate 0 vs Boca Juniors 1)

River controló a Tevez pero falló en la última línea y en el ataque
Alguna vez la vehemencia podía salir mal. Y en esta derrota con Boca sucedió. Estrategias y estructuras que se ven modificadas en River en base a las escalas de los hechos, y que terminaron siendo determinantes en el funcionamiento.

La inteligencia es saber dosificar las virtudes en 90 minutos. Y Ponzio agotó todas esas instancias rápidamente. Ni siquiera un factor como el disimulo estuvo entre sus opciones. La desinteligencia de además entrar en el juego verbal, más antecedentes de no tan atrás en el tiempo, le ubicaban con el paso de los minutos más y más los ojos y la atención en él.

También el desconcierto que generó en los de Gallardo la salida temprana por lesión de Gago desacomodó ideas y referencias. Porque Lodeiro no juega de lo mismo que Gago, y el uruguayo entró con la misma dinámica que suele proponer Ponzio, apareciendo por todo el frente de ataque. En el terreno de lo que resultaba habitual, el socio de Kranevitter era el que iba a buscar hacia adelante la salida por abajo de Boca, con el tucumano respaldando. Ahora el problema lo tenían en su propio territorio, y la dupla estuvo siempre en déficit en la marca. Una contra mal parada y de repente quedar mirándole el número de la camiseta a los dos delanteros de Boca y al factor sorpresa, e indescifrable.

Llega el momento de tomar decisiones. Ponzio no podía ya ni acercarse a un contrario porque corría serio riesgo el equipo de quedarse con uno menos. Un cúmulo de cosas lo obligaron al técnico a llegar a este dilema. Pero con tantos minutos restantes, quedarse en desventaja numérica era entregarle la mitad de cancha por completo a Boca, precisamente el déficit que éste había tenido en la serie de Copa Libertadores al jugar con tres mediocampistas. Y Gallardo cambió.

En la retina quedará el centro de Lucho a Alario que tapó Orion. Pero fue eso solo y nada más. Sin el mismo despliegue en comparación con Ponzio y con sus tiempos lejanos también, estuvo a fuera de tiempo al momento de las coberturas del lado izquierdo para parar a Meli y para neutralizar los movimientos del uruguayo. Y pensando en ataque, sin el peso suficiente en ataque, River tuvo que inclinarse casi como por decantación a Sánchez y al Pity Martínez, pero se toparon con labores defensivas notables de Peruzzi y Monzón.

Ya el complemento fue jugar desde la necesidad, desde el empuje y la decisión de querer revertir la historia, que obligaron a los de Arruabarrena a ir unos metros hacia atrás. Pero la carencia de claridad era notoria. A Boca le fue suficiente con ajustar las clavijas defensivas para llegar hasta el final del partido sabiendo que la tendencia iba a ser la de un River lanzado al ataque. Por eso todo lo hecho concluyó en una única oportunidad con Alario como protagonista y que otra vez Orion se encargó de desactivar. Así transcurrió un segundo tiempo de fricción y de vértigo, donde el que tenía la ventaja le alcanzó con compactar líneas y achicar los espacios para no brindarle al rival chances de desequilibrio y de ventaja ofensiva.

Si hay algo que se destaca de este River en la era Gallardo es de no negociar la actitud y el sacrificio, y la severidad positiva del técnico logró que eso quede plasmado. Pero hay límites, y pasarlos te transforma todo en un defecto.

 
 
Por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

lunes, 31 de agosto de 2015

Todo Cambia (River Plate 1 vs Huracán 1)

Reacomodamiento de piezas. Involución. Los cambios de nombres provocan efectos inevitables en esta transición. Y el más notorio de ellos radica en su funcionamiento y coordinación.

Más allá de que en materia de atrevimientos a la hora de salir jugando, el cambio de Balanta por el ido Funes Mori marca una diferencia desde la confianza. El colombiano sufre de ese déficit. No se lo ve con la misma firmeza y seguridad que tenía antes de que el mellizo le arrebatara su lugar. Ni siquiera tener a un excelso Maidana hoy al lado, más allá de su participación fallida en el empate de Montenegro, logra acomodarlo. Y a eso sumado que Huracán encontró la manera de hacer mejor daño por su zona con el peligro latente que implica Ábila.

Pity, Pity Martínez, Gol, River, Huracan, Torneo Local, Camiseta Suplente nueva,En un mediocampo donde Sánchez sigue siendo el mismo todoterreno que ya nos tiene acostumbrado, llegando hasta instancias límites como la victoria parcial, es donde los mecanismos más se recienten. River deberá empezar desde ahora el duelo por Kranevitter aunque el tucumano se vaya recién el año que viene. El hoy convocado a la selección de vuelta en su plenitud resalta al equipo con su presencia y lo expone en su ausencia. Porque Lucho González, jugador exquisito vale la aclaración, no encuentra aún su mejor forma. Más allá de ser parte en el primer tiempo del partido de un rendimiento muy bueno de los de Gallardo, cuando el funcionamiento decrece y se precisa de la claridad que el volante debe aportar, esa virtud brilla por su ausencia. Y como en un efecto contagio, Ponzio también se vio afectado por ésto.

Y en la zona de promesas como lo es la delantera, se presume un horizonte más claro con Alario acompañando a Mora. Más parecido por sus características al trabajo sucio que realizaban en cancha Teo o Cavenaghi, el ex Colón además entiende desde su juego los momentos de asociarse y cuando oler sangre por su posición en la cancha en comparación con Viudez, a quien su aparición con inteligencia por la Libertadores ante Guaraní no se condice con este momento.

Gallardo habló de no hacer la plancha en la semana. Señal para que reaccionen los que en esta transición aún no tienen nada garantizado.


Por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

martes, 18 de agosto de 2015

Un experimento fallido (River Plate 0 vs San Martìn de San Juan 1)

Barovero y Ponzio con la Libertadores y la Suruga
16 de marzo del 2015. Fecha 5 de este torneo extra large. River, en un comienzo de año que resultaba un tanto tumultuoso, visitaba el Viaducto para jugar contra Arsenal, partido que terminaría empatado 3 a 3 luego de ir durante los 90 minutos en desventaja. En ese primer tiempo se vio marcadamente a Ponzio posicionado entre los centrales como líbero, aquella vez Pezzella y Funes Mori, y una falla sistemática de cortar el nexo para la transición defensa-ataque, quedando un equipo largo con Sánchez y Mayada lanzados hacia adelante y dejando en el debe el retroceso.

17 de agosto del 2015. 154 días después. Fecha 20. Otra vez se repite la fórmula. Cambió uno de los laderos, Maidana por Pezzella que ya no está en el club. Cambió el sentido de la idea, porque no existía el problema del lanzamiento al ataque de Sánchez titular, porque había un escollo previo supremo llamado Kranevitter; y además, se precisaba de soltar a los laterales para sumar volumen en el mediocampo para pensar en la ofensiva ante la falta de una referencia precisa. Saviola hoy no cumple para nada con esos requerimientos futbolísticos. Pero las fallas retornaron, en distinta versión.

Ponzio se destacó entre tantos partidos por su presión en la serie ante Boca hacia adelante, para recuperar rápido el balón secundado por Kranevitter, para después ser puesto al servicio de los delanteros desequilibrantes de turno. Con su retroceso, River careció de claridad y orden para el armado del juego ofensivo. La apuesta durante todo el encuentro fue apostar al desequilibrio del Pity Martínez quien tuvo quizás su mejor versión desde su llegada a la entidad de Nuñez. Aún en ese vértigo, River tenía ahí sus mejores cartas pero sin esa visión de un organizador.

A ésto se le suma que Ponzio no brindó esa salida clara que su estilo de juego genera. Pero en gran medida por los méritos ajenos. Pumpido y Figueroa sumado a Navarro tapaban receptores y asfixiaban ese intento haciendo que todo camine al límite del precipicio. La disponibilidad física ante tanto viaje de River fue un factor que le sumó a favor a los dirigidos por Carlos Mayor.

Finalmente, la mañas que expone Ponzio para su puesto habitual que hicieron cambiarle la cara a su estado en el plantel están en la misma proporción de las que carece como defensor. Nunca haber impuesto la presencia al borde del área grande para que Figueroa no pudiera prosperar en su avance facilitó que en un rebote encontrara a Pumpido en favor de la jugada para marcar el único gol del partido. No fue el único responsable de dicha situación, pero sí quizás lo más visible.

Los libretos eran cosa repetida. River, con un hombre más, intentando penetrar una defensa en la cual Mattia y Ledesma fueron baluartes. Y San Martín jugándose a que una contra le diera un mayor alivio. Los de San Juan se llevaron un premio importante por haber sabido leer el encuentro y exponer a su rival en el desorden.

Está más que claro, los rasgos humanos están presentes en este cuerpo técnico. Se puede fallar una idea alguna vez




Por Matías Prado
Ex Clarìn Deportes

viernes, 7 de agosto de 2015

River Campeón de América!

Mora con la Copa Libertadores
De la casi nada al todo. Administrar los recursos que fueron negativos, desde los de allá en el tiempo hasta los más recientes, para transformarlos en virtud. Todo empieza en la cabeza, y qué mejor si esa cabeza goza de una excelsa inteligencia.

Entender los momentos. Comprender que la segunda fase se pasaba a los tumbos o nada, más allá de depender de otra historia que ocurría a miles de kilómetros del Monumental. Que los tiempos de corregir y enderezar la nave enérgicamente iban a ser otros, que había que llegar hasta ahí, con el último aliento si fuera preciso. Y eso terminó sucediendo.

Llegar como el último de todos a la serie más esperada. Rememorar una historia que seis meses atrás le había sido favorable. Pero esta vez eran contextos distintos. Más de una vez aquí hemos afirmado que el fútbol es un deporte de momentos, y lo ratificamos. Aunque los momentos luchan contra los entendimientos, y River brindó la lucha futbolística que había que dejar plasmada para desbarrancar a un Boca en alza. Las locuras de desbarrancar incluso aquello que concierne a lo exterior a los límites del terreno de juego, con consecuencias detestables. El beneficio fue tener a alguien manejando la situación como en sus mejores épocas de futbolista, con una capacidad de mando admirable.

Luego Cruzeiro. Sacarse la rabia contenida de aquello sucedido en la Bombonera, pero a la vez eso jugando con un efecto boomerang. Ir a Belo Horizonte a dejar lo sucedido de lado y refocalizar a sus dirigidos nuevamente de cara al final del camino. Nunca mejor resuelto el problema por la velocidad en la que no solamente se revierte la serie, sino en la que se despedaza la cabeza de Cruzeiro en mil partes.

Un mes y medio de descanso. Jugadores que se fueron, algunos muy valiosos. Otros que llegaron, algunos con la etiqueta de ídolos, para aportar de cara a la gloria. Saber ubicar a cada uno en su rol era la tarea, y hacer saber de la importancia del colectivo que impregna de real valor a cada integrante. En el Monumental, históricos ya como Mercado y Mora llevando la historia contra Guaraní a Paraguay a favor, y allá la aparición de un mil pulmones como Alario para resolver tras delicia de Viudez el pase a la final, más allá de alguna inquietud vivida.

Finalmente Tigres. Ese que dictaminó en parte la historia a favor de River en parte para llegar hasta al fin del recorrido en busca de aquello que hacía 19 años le era esquivo a la entidad de Nuñez. Nada que resolver en México, el partido era un manojo de nervios dentro de una mitad de cancha irresoluta para ambos lados. La clave era arrojar claridad para no repetir la experiencia. Y el mensaje llegó claro como la parte blanca de la camiseta. La zona explotada bajo el modo Vangioni-Bertolo era inmanejable para Damm y Jiménez. La velocidad y desequilibrio eran más para un alemán que no retrocedía con la marca y para un defensor que se le tornaba difícil controlarlos. Así apareció nuevamente Vangioni, que hizo todo lo bien que en México no, para arriesgarse al desequilibrio para luego tirar ese centro/pase brillante para que nuevamente el todo terreno Alario encienda ese grito de euforia a quienes estaban en cancha y a medio país. El primer tiempo se moría, y Tigres lamentó no haber podido neutralizar la zona. Y eso le pegó en el complemento, porque más allá de pararse más adelante en el campo le resultó imposible, como a tantos otros rivales, resquebrajar a un River que si hay algo en lo que se destaca es en su solidaridad. Cualidades que se ven, se perciben, y se nota que fueron bien aprehendidas. Para muestra basta un botón, si no, ver cómo el capitán, relegado por cuestiones de rendimiento pero con la posibilidad de irse dejando la imagen de ganador, no fue en busca de la foto personal. Dejó que Sánchez termine lo que el mismo uruguayo había comenzado. 2 a 0, el alivio y la felicidad aún mayor. Por último, apostar a la contra con el ingreso de un ligero como Driussi, y por añadidura pelotas paradas para su aprovechamiento. Allí va Pisculichi, que del ostracismo por su merma en el nivel para contribuir a la causa. Hay magia que no se pierde, y ese corner a la cabeza de Funes Mori lo demuestra. 3 a 0. Eran cuestión de que el árbitro terminara a los 90 minutos lo que ya era sentencia, y felicidad suprema para aquel que tiene motivos suficientes para tenerla.

El que pone la cara, el que se para adelante de todos y se hace cargo y responsable. El que no sólo encabeza a un cuerpo técnico que planifica una estrategia de cara a cualquier partido y que en el mismo se encarga de impartir las órdenes desde el banco. No, no se trata sólo de eso, sino que además te convence que es la mejor decisión. Hasta incluso cuando ésta pueda incluir dejar afuera al ídolo que todos querían volver a ver. El manual de cómo ser un líder positivo, que en tan poco tiempo logro tanto, lleva la firma de Marcelo Gallardo.




por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

jueves, 30 de julio de 2015

Nos conocemos bien (Tigres 0 vs River Plate 0)

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Maidana, la figura del partido
8 de abril del 2015. Tan solo 112 días después de su último enfrentamiento, con realidades futbolísticas. Tanto en nombres como en su consolidación dentro de la Copa Libertadores. Tigres y River, con un conocimiento previo del otro, llegaron al partido de ida de la final en un estado constante de alza. Y con los recaudos suficientes a tener en cuenta.

Tigres desde la faceta defensiva se encontraba con algo totalmente distinto a Teo. De una cuestión más servida que privilegiaba el colombiano para poder desarrollar su juego, Alario se mueve dentro del terreno fangoso y quizás fue su arma más inquietante sin haber tenido situaciones de riesgo ante Guzmán. Fue con lo único novedoso desde lo individual, porque a Mora ya lo conocía. El uruguayo había sido su peor pesadilla. Y esta vez, quizás afectado por alguna molestia física, se estancó sobre todo en el sector derecho de la cancha y se perdió en la nebulosa propuesta por Juninho y Torres Nilo. Misma suerte corrieron Sánchez y Tabaré Viudez, y Bertolo y Pity Martínez cuando entraron, más allá de que daban indicio de una frescura interesante que duró un suspiro. Todos sufrieron siempre de la marca mayoritaria de los de amarillo, comandada por Pizarro y Arévalo Ríos.

La mitad de la cancha se vieron cuestiones desde lo novedosas hasta las más lógicas. A falta de aquel Pisculichi, Tigres sabía que el indicado para marcar el ritmo de juego en River es Ponzio. Y el conjunto mexicano fue inteligente para mantenerlo preocupado en dos ámbitos, ya que no le dejaba margen de maniobra con la pelota en su poder y además en la preocupación de un Arévalo Ríos extrañamente tan lanzado al ataque acompañando las segundas jugadas, como aquel encuentro en el que marcó el 1 a 0 con un remate desde la medialuna tras captar un rebote. Así fue como más de una vez el uruguayo se encontró en situación favorable hacia el arco de Barovero. En contrapunto a todo ésto, el equipo mexicano nunca supo cómo contrarrestar a Kranevitter. De vuelta en ese nivel sublime que nos encanta a todos, el tucumano llega hasta el punto de ridiculizar a sus rivales por lo fácil que realiza un robo del balón. No le hace falta ningún arma, sólo basta con su jerarquía. Sobis soñará con él y con que no tenga éste nivel dentro de siete días.Y a eso, el plus de no equivocarse en ese necesario primer pase claro.

River tenía también alguina referencia del ataque de Tigres. Alvarez situado por izquierda tenía la misión de intimidar la subida de Mercado al ataque dejando un posible espacio para ser explotado. Logró parte de su trabajo, porque se vio un lateral bastante contenido. Pero no llegó nunca a desnivelarlo, a tal punto que el juego se inclinaba más que nada por la zona de Damm, este alémán de 22 años que se sumó a Tigres y que parecía al inicio hacerlo pasar un mal momento a Vangioni. Y no fue tan así. Por último, la estrella estrellada contra el frontón Maidana. Casi al mismo nivel que Sobis con Kranevitter, Gignac no tuvo nunca nada que hacer ante el primer marcador central de River de un excelso nivel demostrado tanto en este partido como en la serie con Guaraní, aquella con Boca con Calleri primero y Osvaldo después, y varios etcéteras más. Parte vital.

Esperado. De experiencias vive el hombre. Quisieron, pero no supieron cómo al saber mucho del otro. Nadie produjo en 90 minutos un efecto de dominio absoluto. Temores de conocer las virtudes ajenas y de exponer las debilidades. En siete días, ante éste estado de paridad, la clave estará en quién rompa ese molde de conocimiento previo


por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

miércoles, 22 de julio de 2015

Una psicologia eficaz (Guarani 1 vs River Plate 1)

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El abrazo de todo el mundo riverplatense
Cómo pasar la zona de grupos pidiendo permiso hasta llegar a estar en una final de Copa Libertadores en 19 años. Título muy largo para un único equipo que coincide con estos datos de los que aún sobrevive en esta competencia, River. La tendencia sería analizar todo desde los merecimientos futbolísticis, pero claro, sería redundante. River jugará el 29 de julio y el 5 de agosto la final porque en las instancias post zona de grupos demostró en cancha haber sido más que cualquiera de sus rivales.

Entonces desde dónde queda arrancar. Y las maravillas del cuerpo humano nos lleva a arrancar de la cabeza. Fortalezas, superación de debilidades futbolísticas y de las otras, pertenencia e identidad, inteligencia para imponerse. Y, la conducción de algo más que un entrenador. Un líder que enseña. Un líder que da el paso al frente para hacerse cargo de su grupo para guiarlo no sólo al éxito de un resultado, sino al de dejar en claro por qué se llega a tal cosa.

Y termina siendo así porque el conjunto brinda variantes de acuerdo a la circunstancia. Ante Guaraní en Paraguay no fue la excepción. A priori porque ante el rendimiento ante Rafaela, Gallardo no se abruma por el qué dirán sino que acude a lo que también le dio dividendos en la ida, con la exclusión de Ponzio por suspensión. Señales de confianza para un equipo que sabe cómo retribuir.

Las ausencias modifican pequeñas cosas respecto de lo habitual hoy por hoy. Y transforman en muy grandes otras. Son contados los días para que Kranevitter jugando así forme parte del grupo de la selección nacional. Rememorando su mejor versión del año pasado, fue quien dictó desde dónde se apretaba a Guaraní, con presión, corte y pase seguro. Hasta brilló más cuando un falto de ritmo Lucho se paró más adelante y dejó la zona crítica del mediocampo bajo el absoluto reinado del tucumano.

Pero si hablamos del conjunto, un Kranevitter ubicado en la cueva tuvo el respaldo de un Maidana quien fue el único de la defensa que mejor pudo controlar a un incontrolable Santander. Cubriendo la zona de Mercado al haber quedado amonestado tan temprano, fue el eje de la resistencia junto a Barovero hasta el gol de Fernández.

Tiempos en los que el mundo caía sobre las cabezas cuan publicidad televisiva. Las urgencias de Guaraní parecían lograr sucumbir lo conseguido en el Monumental. Pero también llegaron los tiempos de sacar a relucir destrezas individuales en pos del objetivo. Quite del mejor (Kranevitter), taco del ídolo (Cavenaghi), pase del manual del que sabe todo del made in Gallardo (Tabaré Viudez) y una definición a la altura de la circunstancia de quien entendió qué su juventud es suficiente como aporte a la causa (Alario). Definición asegurada.

Por los pasillos de la vida diaria aún se sigue murmurándola a la psicología. Un argumento para salir del paso como el de que todo es sencillo, pase al compañero y hacer el gol. Sepanlo, no están equivocados. Esa es la real meta de este deporte. Pero cuando surja la pregunta sobre el cómo, vayan a la cabeza para entender sobre convencimientos acerca del modo en que se atraviesa una competencia más allá de lo estrictamente deportivo. Así verán este juego con muchas más vertientes para sus charlas de café.


por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

lunes, 8 de junio de 2015

Premio por creer (Olimpo 1 vs River Plate 1)

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Pity Martínez festeja su gol
Llegar para hacer un nombre más rutilante. Ponerse la 10 por decisión del 10. Tareas con un peso específico que te lleva en un club grande al cielo o al infierno sin solución de continuidad. Al Pity Martínez le venía saliendo desde su aporte en lo colectivo. Pero faltaba su toque de distinción.

Y ese día llegó. Si de enviones anímicos se trata, qué picardía que llegue el receso. Porque el golazo convertido ante Olimpo, tomando un rebote de volea precioso desde afuera del área para dejar sin posibilidad a Champagne, podía haber sido el botón de inicio para explosión de un jugador con una riqueza técnica notable, quien probablemente se haya visto perjudicado por la flotación en distintos puestos de la cancha.

Ahora se viene un trabajo interesante para Gallardo. Así como convenció a Ponzio de que podía volver a ser el líder futbolístico del equipo, tendrá como tarea hacerle apuntar a Martínez como horizonte el jugador que era desequilibrio puro los 90 minutos como en Huracán.

Y quizás haya una propuesta superadora para elaborar. Imaginar un rendimiento en ascenso del Pity y su destreza, la velocidad y el rendimiento excelso de Mora en este semestre, cargándose más de una vez el equipo al hombro junto con la sapiencia e inteligencia de un Aimar de regreso suena a un cóctel muy tentador para vislumbrar. Pero conocemos también de la inteligencia del estratega Gallardo, quien no apurará los tiempos de nadie. Mientras tanto, en la previa al receso, hay un Pity Martínez con todo por delante. Y el gol visto es un buen síntoma.



por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

jueves, 28 de mayo de 2015

Aprender de tus errores (Cruzeiro 0 vs River Plate 3)

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Sánchez abre el camino del triunfo en Brasil
Una semana atrás. Partido de ida ante el Cruzeiro, fiel reflejo de cómo la ansiedad producto de diversos factores, podía dañar el funcionamiento de un equipo como River que en este 2015 no lograba la regularidad ni la constancia que había sabido exhibir. Miércoles 27 de mayo desde las 22 horas de nuestro país, al igual que en Brasil, el conjunto argentino dando un giro de 180º en su encuentro de vuelta y mostrando cómo desde la paciencia se construyen decisiones sabias.

Así hemos asistido al modelo River 2014 en versión 2015. Ese River que bloqueaba rivales. Y la víctima fue precisa, porque lo aventajaba y en consecuencia lo dejaba afuera de la Copa Libertadores, la competencia más importante del semestre. Y con una diferencia sustancial, porque el cambio de nombres implica un cambio en su funcionamiento. Porque Ponzio no es lo mismo que Pisculichi, y sin embargo hoy el volante central es quién lleva la bandera del juego en el equipo. Desde él se basa el punto de partida en la presión por su condición natural de volante central, y con la posesión de la pelota a qué intensidad se busca el juego directo. Adaptable al contexto, Gallardo entendió que no era necesario ubicarlo a la altura de Kranevitter en las tareas de marca y contención ya que Cruzeiro ubicaba sólo a De Arrascaeta como eje, a quien el tucumano no le dio nunca margen de maniobra. Por lo tanto, el santafesino fue a cortar a un Willians muy vulnerable, evitar la salida desde él con la presión alta con la defensa y Kranevitter achicando metros y a partir de ahí, jugar. Tarea simplemente ejecutada a la perfección.

Una picardía absoluta la casi segura partida de Rojas. El complemento perfecto para el 5 que se te ocurra. Cualquiera de los dos volantes centrales de hoy junto al Lobo Ledesma tiempo atrás, deben estar encantados de tremenda rueda de auxilio. Y ante los brasileños en una tarea atípica quizás, porque acostumbrado a cerrarse al volante central para darle espacio a Vangioni para pasar, esta vez bordeó siempre la línea y desde allí cerrándose hacia adentro, mostrándose con peligro por la zona del lateral derecho Mayke.

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El plantel festeja con Maidana
River, producto del corte rápido, con los centrales anulando a Damiao y a Willian llevándolos lejos de Barovero, y con la paciencia como el ancho de espadas, produjo una contra notable con dos movimientos sublimes de Mora, quién primero se aprovechó de su elasticidad para darle a Teo la conducción de esa contra con libertades de pensamiento. Y luego con el arrastre de la marca para dejar en soledad a Sánchez quien capturó el pase del colombiano y dejó sin chance a Fábio. 

Una defensa blanda. Los centrales sin saber cómo descifrar ese enigma llamado Mora que producía peligro por donde se lo mirara y sin tener la fuerza para aguantar la embestida de un River voraz. Y se le notó derramando sangre por esa herida sobre todo producida en lo moral. Bruno y Fábio en desconexión regalando un córner sin sentido, pero que el conjunto argentino se encargó de capitalizarlo. Cabezazo de Maidana, y la serie pasaba a manos de los de Gallardo.

Y por fin Teo volvió a ser ese compañero que Mora necesitaba, porque supo conducir con el balón desde lo que necesitaba el equipo y no él. Hoy quizás sea él quien tenga que darle a los compañeros las oportunidades para ser quienes terminando el logro máximo en el fútbol. Y las buenas decisiones despejan la mente para brillar al momento de ejecutar las propias. Salud para ese tercer gol notable, y sobre todo salud para ese reconocimiento al entrenador que lo bancó en tantos momentos bajos. Es síntoma de reconocer fallas de partidos pasados.

River siguió brillando. Siguió dando muestras sobre cómo desde la conducción y la sapiencia de un entrenador que intenta estar un paso más adelante de la trama. Se le pedían cambios. Futbolísticos y anímicos. Sus tiempos de enganche como jugador de pensar y tomarse su momento para accionar de la mejor manera para el equipo los traslada hoy como técnico. Supo esperar que las piezas encajen de una manera, hacia un lado o hacia otro, para lograr ser eficientes. Quizás eso sea la causa de mayor orgullo para Gallardo, tal vez el mejor aliado de la paciencia para estas cosas.


por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

viernes, 22 de mayo de 2015

Ansiedad (River Plate 0 vs Cruzeiro 1)

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"Peor no podemos jugar" Gallardo, luego del partido
15 de mayo del 2015. Un nuevo día comenzaba en la República Argentina. Uno de esos bien pero bien grises, y no es precisamente a meteorología a lo que hago alusión. Un papelón del cual ya se ha emitido opinión, después de 45 minutos de un control total sobre Boca que corría con el caballo de la necesidad. 21 de mayo del 2015. Tras decisión acertada de la Conmebol en hacer acceder a River a cuartos de final, quizás la única parte bien aplicada de la sanción a Boca, el rival de turno se llama Cruzeiro. Pero River se equivoca, cree que enfrente todavía está el rival de hace siete días atrás.

La cabeza carbura diferente. Había ganas de vomitar toda rabia contenida por lo que pasó e intenciones de demostrar que esa supremacía seguía siendo tal. Pero esta vez quien estaba enfrente era un rival fresco, no desde lo deportivo ya que el conjunto de Marcelo Oliveira marcha último en el Brasileirao, sino desde lo mental. Sabía que iba a encontrarse con un equipo argentino que iba a querer imponer jerarquía, oficio y sobre todo presencia en su cancha. Y se preparó para tal situación.

Porque es cierto, en el primer tiempo River fue el de las situaciones más claras, a pesar de que Cruzeiro también tuvo las suyas. Y no sólo eso, quiso entablar el asunto lo más lejos posible de Barovero. Como contra Boca. Así fue como el trabajo de quite y explosión por las bandas de Sánchez y Martínez, sumado al tempo que marcaban Kranevitter y Ponzio en el centro del mediocampo surtía efecto para generar las mejores situaciones en el local, con Mora siendo en la delantera el jugador con mayor peso y presencia para la terminación de la jugada, ante un Teo nuevamente ausente y con un arquero visitante como Fabio atento y rápido de piernas para achicar los espacios de definición.

River se sentía ahí de concretar. Lo olía. Lo sentía. Pero una vez más pensó en el partido con Boca. Quería poner la serie 2 a 0, como para asegurar todo y dar por decretado el tema. Pero la realidad le marcaba otra cosa. Iba 0 a 0, con un rival nuevo. Y el tiempo empezó a correr, y ese gol que abriera la serie a su favor no llegaba. Y la cabeza empezó a mandar señales de agotamiento. Con la pérdida del control, Cruzeiro comenzó a soltarse del fondo y a darle dinamismo al ataque con Marquinhos y Willian. Y un error más grave aún fue creer que el contexto ayudaba para sobrecargarse de confianza. Así fue como Maidana y Funes Mori sobre todo, junto con las dudas de un Barovero eximio a la hora de atajar pero dubitativo en lo que concierne al juego de piernas, le brindó ocasiones al Cruzeiro, que ya en el segundo tiempo plantó bandera en el fondo para especular con la contra.

Mientras tanto, River seguía mostrando signos de haber quemado todo en un primer tiempo de liberación. El complemento fue un concierto de ver circular el balón hacia los costados, que sumado a la falta de movilidad y de opciones no le daban originalidad ni creación al juego. La entrada de Cavenaghi le dio toques y situaciones para pensar en que un cambio por cimbronazo podía nacer. Pero el contexto futbolístico del equipo no ayudó. Ni siquiera el aire fresco de Mayada ni la conducción ineficiente de Pisculichi. La meseta en su máxima expresión.

Cruzeiro fue allanándose el camino. Por virtudes y defectos. Huecos generados por la falta de cobertura y las incomodidades generadas a los defensores sumadas a la presencia de Gabriel quien ingresó en lugar del enganche De Arrascaeta le dieron a los brasileros más armas para llegar ante un River que mostraba debilidades defensivas. Llegó el primer signo con la pelota salvada en la línea por Vangioni tras un desborde de Gabriel y un remate de Willian. Y ya cuando el partido parecía determinar que el cero les era negocio a unos y otros, Mammana despejando defectuosamente hacia el medio, una vez más Gabriel molestando y llegando a rematar ante la salida blanda de Barovero, rebote y Marquinhos con el arco a su merced marcando ese gol tan valioso del visitante.

Los paños fríos del afuera tras lo sucedido no tuvieron su correlato con el adentro del partido de ida de los cuartos de final. River quiso mandar en esta historia sin tener la certeza de cómo hacerlo ante un rival diferente. Los pasos son de a uno. Caso contrario, la ansiedad nunca falla a la hora de comer cuando la sangre está tan a su alcance.



por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

viernes, 15 de mayo de 2015

Estamos Todos Enfermos

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Kranevitter en el piso del túnel luego de ser agredido
Saquémosnos un rato las camisetas. ¿Quién instauró la idea en la sociedad de hacer las cosas en el fútbol escudándose en el folclore? Cuánto daño le ha hecho eso y le sigue haciendo. No importa desde dónde empieza y cómo luego se disemina las distintas y supuestas "burlas".

Porque es tan solo una pelota rodando, nada más. ¡Qué verso eso del orgullo, de quién tiene más hombría que quién! Esas cosas no las determina precisamente el fútbol ya que es un juego, un deporte, no una condición indispensable para la vida humana. Justo en el día en que se lamentaba el fallecimiento del jugador de San Martín de Burzaco, Emanuel Ortega, y en el que toda la Bombonera se llamó a silencio en su homenaje, la misma estupidez humana llevó a atentar contra la integridad física ajena. ¿Acaso importa demasiado que la camiseta sea contraria a los sentimientos y pasiones de uno para llevar a cometer semejante acto? Y quiero insistir con algo, hoy se llama Boca, pero ésto le cabe a todo nuestro fútbol. Desde AFA para abajo. Todos cómplices. Todos mirando para otro lado. Y nadie se hace cargo.

No quedan dudas. La era de la tecnología deja en evidencia a absolutamente todos. Un partido de fútbol se puede suspender. Se puede dejar un estadio clausurado por la cantidad de tiempo que sea. Y todo detallado y evidenciado en las redes sociales, nombrando personal interno de un club para ajustar las clavijas y que la coartada salga a la perfección. De un lado y del otro dejan todo al alcance de la mano. Llamado a la solidaridad para pedir la aparición de la idoneidad e inteligencia. Se extraviaron hace mucho, y nadie sabe dónde está.

Cualquier palabra en momentos de tensión puede ser contraproducente. Cualquier situación para llamar la atención para las cámaras es sinónimo de un show innecesario. Sin importar si te toca estar de parte de la víctima o el victimario, la dirigencia se encarga de arreglar las cosas afuera del campo de juego, no adentro, para poder tener la cabeza más fría y tomar la mejor decisión para la institución. No en donde el clima y el aire se corta con una tijera y que todo puede sonar hasta desafiante e hiriente. Inexplicable lo hecho por D'onofrio también, más allá de que sea menor su acto, porque a pesar de eso elevó tensiones en los jugadores y en las tribunas, hasta poniendo incluso en riesgo su persona.

Leal es el reconocimiento de mucha gente de Boca que sentenció y repudió lo sucedido. Honesto es bañarse de empatía y comprender que por cómo se lastimó a jugadores rivales no había otra alternativa que la suspensión. Porque quién dice, quizás, lo próximo a suceder era muchísimo peor. Este escándalo, premeditado, se escribe con letra imprenta. El impacto negativo que genera ésto en lo global deja una verdadera mancha. Las otras son de chiquitaje. Mientras tanto, el 6 de junio habrá una final de la liga de campeones en Europa, donde la organización, la competitividad, el despojo de egoísmos, la seguridad y un sinfín de cosas más están garantizadas de forma positiva. No nos quejemos, todos aportamos para estar cada vez más lejos de ese ideal.

Cierto, hubo 45 minutos de un partido de fútbol que todos estábamos esperando. Pero mi decepción es más fuerte para comentar algo al respecto. Sepan disculpar.



por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

miércoles, 13 de mayo de 2015

Nada se le parece


Cerrar los ojos. Soñar. Soñar con que después de 90 minutos de una trilogía de suspenso, vayas a tu casa y descanses con la cabeza relajada. La necesidad de encontrar ese horizonte en el cual se halle el objetivo a cumplir. Ese momento en donde se dirime la historia está por llegar.

No descubro la pólvora precisamente si digo que jugar este partido contra los de la vereda futbolística de enfrente no se le parece a nada. Sensaciones. Ansiedades. Nervios. Cosquilleos. Ponele el rótulo que se te antoje. Todos valen.

Pero el ambiente, fundamental para una organización futbolística, léase equipo en este caso, será marcadamente hostil. Y todo ese manojo de cosas que se siente en la previa puede transformarse en un arma de doble filo. Ya en el partido de ida se caminó sobre una cornisa innecesariamente por este tipo de cosas. Clave en ésto será encontrar la paciencia para que corra el tiempo, manejar con criterio la ventaja que se posee y sobrecargar de responsabilidades al rival.

A Gallardo le brota astucia. Le sale por los poros todas las maneras de hacer daño con la pelota en poder de su equipo. Dos cuestiones claves, que se darán en la zona de promesas, el mediocampo. Repite con Ponzio, sin dudas a alguien que pasó de la oscuridad a la más absoluta claridad. Y no hablo sólo de marca. El santafesino es el ritmo de juego de hoy en River. Todos juegan a partir de él. Seguramente su misión sea tapar la salida de Gago como punto de partida para Boca. Y la aparición de Mayada por izquierda tiene la lógica del cambio que producirá Arruabarrena de reemplazar a Marín por Peruzzi. El ex Vélez tiene buena marca pero especialmente posee un buen criterio ofensivo. Con el uruguayo enfrente verá limitada esas posibilidades.

Todo por verse. Un partido de fútbol. Muchas cosas en juego. Pero sobre todas las cosas, un efecto social y cultural imposible de medir en escalas. Sólo resta el pitazo inicial.


por Matías Prado
Ex Clarín Deportes