Así como arrancara algún artículo atrás diciendo que nadie puede quejarse de nada de este River vistoso, con buen juego y solidario de la era Gallardo, en este artículo se sentará una base fundamental: ese principio de la no queja seguirá inalterable. Sin embargo, más allá de seguir obteniendo triunfo tras triunfo, hay que reconocer que hay algo que preocupa.
Teo Gutierrez marca el gol a los 72 segundos |
El problema es cuando la pelota vuelve. Y sobre todo cuando regresa rápido y genera descompensación. Estudiantes con Jara, Aguirregaray y Correa explotaron con velocidad y voracidad espacios que quedaban entre la defensa y la punta del triángulo del mediocampo, Ponzio. Carrillo pivoteó todo, hasta que Funes Mori pudo encontrarle la mano allá por el segundo tiempo. Vera escabulliéndose por cualquier hueco que dejara la defensa, tuvo situaciones de peligro ante Barovero. River no pierde la intensidad en la presión y en el juego allá arriba, pero abajo sufre de esa pérdida. Pareciera ante un cambio de nombres costarle la mecanización de movimientos y de jugadas para que la pelota esté menos tiempo por ese lugar.
El partido fue para River porque supo, ante la adversidad, dar el golpe necesario. Una vez más, como hace una semana, un golpe que no es bien dado para noquear al Millonario termina siendo a fin de cuentas un sinsentido. Porque sabe que siempre habrá un golpe más. Porque sabe que cuenta con las armas suficientes para ir y seguir golpeando hasta conseguir el resultado. Pero los resultados también se construyen con solidez defensiva, que no es que River la haya perdido, pero tiene grietas. Eso también es haber sufrido un golpe. La respuesta será saber cómo contrarrestar ese sufrimiento.
por Matías Prado
Ex Clarín Deportes
No hay comentarios. :
Publicar un comentario