Los jugadores de River volvieron a defraudar |
Basta para reflejar lo que fue el partido, la escasa producción ofensiva del millonario. Dos tiros al arco y un cabezazo desviado. River Plate perdió con un equipo que se encuentra jugando la permanencia en la categoría, un equipo cuasi descendido y con mayoría de juveniles. Fue un equipo pusilánime, que parece desconocer lo que se está jugando en cada minuto de cada partido. Este comienzo desnuda la falta de fundamento para relatar pormenorizadamente la producción futbolística del millonario. Un equipo al que no se le cayó ninguna idea.
Un primer tiempo paupérrimo donde los más destacados fueron el lateral Vangioni y el lobo Ledesma, el primero mostrando la enjundia de siempre, aunque esta vez sin trascendencia y el segundo quitando balones prácticamente en soledad. Su compañero en el medio de la cancha, Rojas, terminó diluyéndose -como en casi todos los encuentros en los que ha participado- en la nada misma, lo cual es un fiel ejemplo del auto boicot futbolístico. Un hombre con muchas condiciones técnicas pero poca pujanza para cristalizarlas en el campo. La única razón que se nos ocurre para su presencia en los titulares tiene que ver con la escasa oferta de recambio con la que cuenta el plantel. Iturbe deambuló sin destino, nunca encontró su juego ni con quién asociarse, nunca explotó. Funes Mori, volvió a jugar con la pólvora mojada. Volcado otra vez hacia la izquierda del ataque millonario, sitio que anula sus posibilidades frente al arco y que desnaturaliza su condición de artillero, volvió a perder la chance inmensa que tuvo en el segundo tiempo cuando el partido todavía se encontraba cero a cero. No fue un error de definición, el arquero le tapó un remate imposible. Lo cierto es que sigue sin hacer goles, no hace los importantes ni tampoco los intrascendentes. Simplemente, no hace goles. El otro nueve, Carlos Luna, fue el fiel reflejo de un ex jugador. Lento, falto de respuesta física, sin demasiadas ideas, aportó sólo un cabezazo que se fue desviado. El Chino, no logra desentenderse de su paupérrima actualidad, la camiseta que viste, ya le desentona.
Si bien Lanzini intentó llevar la pelota en la primera mitad del partido, con el transcurso del mismo, se fue desdibujando. El segundo tiempo prácticamente prescindió de él. Los grandes jugadores, los que quedan en la memoria del hincha, los que recogen toda su gratitud y los aplausos eternos son los que aparecen en instancias decisivas como ésta. Ni Lanzini, ni ninguno de sus compañeros, estuvieron presentes en el estadio Diego Armando Maradona.
Párrafo aparte merece la última línea de River. En el primer tiempo parecía que Maidana y Botinelli no iban a pasar demasiados sobresaltos, pero todo cambió cuando el primero debió dejar la cancha por un malestar físico y fue sustituido por Gonzalez Pirez. Éste último fue nuevamente el gran responsable de la derrota millonaria al perder una pelota con un delantero rival en forma inexplicable. Mientras decidía cómo manejar la situación le quitaron una pelota que tenia dominada y terminó en el fondo de la red. Un error inexplicable para un profesional que se ubica nada menos que en la última línea del arco más caliente del fútbol argentino, error al que deben adicionarse otros de similar factura. Mercado fue otro de los puntos más bajos del plantel. Inseguro, confundido, poco preciso, y nada gravitante en ninguna de las dos áreas.
Con el ingreso -y debut- del chico Andrada, River llegó a tener tres delanteros de punta. Un descarnado ejemplo de impotencia y desesperación. Luego del segundo gol de Argentinos, el partido ingresó en una suerte de juego desorganizado e inofensivo.
"Perdimos una nueva chance" Ramón Díaz |
Era el partido para salir a comerse al rival, para plantar la bandera de la ambición, para demostrar el por qué juegan para el club que más torneos locales ha conseguido en la historia. Volvieron a hacer todo lo contrario, volvieron a defraudar al hincha.
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