Este es un relato del corresponsal de Política en River en Europa que tuvo la oportunidad de vivir el primer derby español en Madrid. Imperdible.
Antes de comenzar a hablar del partido, quiero contar que unas horas antes del encuentro me acerqué hasta el hotel donde estaba concentrado el FC Barcelona, en el barrio “Puerta de Hierro”, en las afueras de Madrid. Faltaban 4 horas para el pitazo inicial y ya había más de 600 fanáticos catalanes en la puerta de la concentración. Había un dispositivo de seguridad normal: tres autos de policía, una ambulancia y algunos guardias de una agencia privada. Hasta aquí todo normal y similar a Argentina. Pero hubo un detalle que marcó la diferencia: había un grupo de 30 hinchas del Real Madrid, con banderas y camisetas blancas, a pocos metros de la entrada al hotel (y muy cerca de los simpatizantes del Barça), insultando a los hinchas rivales y cantando eufóricamente contra los blaugranas… Pero todo sin violencia. Ningún fanático catalán fue a pelearlos ni a echarlos del lugar; simplemente les respondían con algunos cánticos inofensivos… Esto en nuestro país no hubiese sucedido nunca; todo hubiera terminado con detenidos, heridos, etc.
La llegada al estadio Santiago Bernabeu también fue muy pacífica: hinchas de ambos equipos entremezclados, nada de calles valladas y exclusivas para el acceso de los visitantes y mucha organización. El operativo policial, según pude constatar, contó con 300 efectivos, cifra muy baja si la comparamos con los 1.500 policías que se necesitan habitualmente para controlar un superclásico argentino.
Y comenzó el espectáculo. No se si será por las potentes luces o por la atmósfera madrileña pero en el Bernabeu todo brilla: las camisetas, los arcos, el césped y la pelota. Mismo las tribunas encandilan: están hechas a nuevo y deben ser pintadas cada 2 años o menos. Pero hay otras diferencias entre un Derby español y un Súper argentino que vale la pena remarcar: nada de trapos gigantes, bombos y bengalas. Tampoco existen los millones de papelitos, globos y cintas rojiblancas que cada vez que River juega en Núñez contra boca inundan el Monumental. La inventiva del público local se limitó a un escudo del Real Madrid formado en la otra cabecera con cartulinas de distintos colores (40 metros x 40 metros). Pero por sobre todo faltó aliento: solo algunos cantos aislados de un grupo de hinchas, pero nada de tener una tribuna entera como la Sivori vibrando al ritmo de los Borrachos del Tablón.
En el momento del gol de penal de Messi, un hincha de Barcelona que estaba en mi tribuna (todos del Madrid) gritó el gol con fervor. Todos comenzaron a insultarlo, pero nadie se le fue encima, no hubo violencia física. Un simpatizante Merengue que estaba a pocos metros le vació un vaso de Coca-Cola en la cabeza. Eso fue todo; a los 3 minutos vinieron dos guardias de seguridad y se llevaron al hincha catalán que los acompañó pacíficamente.
Un detalle sorprendente: la cámara flotante (sostenida por cuatro cables y manejada a distancia) que sigue a gran velocidad todas las acciones del juego desde una altura de 20 metros aprox. Esto si estuvo presente alguna vez en un Superclásico.
Pitazo final. Los del Real Madrid (contrariamente a lo que indica su gloriosa historia) festejaban el empate logrado con 10 hombres; los de Barça no festejaban pero estaban contentos ya que la igualdad mantenía los 8 puntos de diferencia con los Blancos y casi les aseguraba el tricampeonato en la Liga. Algo que ya consiguieron.
Por último, cabe destacar la manera en que se vació el estadio: en 15 minutos, literalmente, no quedó nadie. Más de 75.000 personas se retiraron pacíficamente al mismo tiempo gracias a las excelentes vías de evacuación. No hubo necesidad de esperar a que se retirara la parcialidad visitante…
A pesar de las ventajas y las comodidades, me quedo con el superclásico argentino y su pasión infinita. Pero sobre todo, en la cancha de River!
sábado, 14 de mayo de 2011
Superclasico español vs superclasico argentino
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