Es cierto. El River de JJ es aguerrido, está lejos de vestirse de frac. Es más: andaba contando las monedas para tomarse el bondi y en la octava parada se bajó en el Hilton. Se trajo de Quilmes confirmaciones y dudas. Vamos por lo primero: el equipo, guste o no, encontró su identidad. Y no se sale de su partitura. Tres en el fondo, doble cinco firme, dos volantes por afuera que hacen ascensor, dos creadores y un punta. No rompe los ojos, pero cada día estás más cerca de conquistar a la princesa.
Un Carrizo superlativo, con esas atajadas de campeonato. Genial Juan Manuel Díaz, aportando tanto en ofensiva como en defensa. Ese cierre sobre Morales, cuando se aprestaba a anotar, lo ponen en la cresta de la ola al uruguayo. La constancia de Ferrero y Maidana dejan en claro la premisa. El cero en el arco es premisa, después se verá si se puede ganar de visitante.
Y el gol. No me olvido del gol, eh. La pelota pasó por los once jugadores, glamorosos 25 toques. Pareció el River de los ’90 en esa jugada extraordinaria. Tan bien le salió que hasta Ferrari estaba habilitado. Por poco, pero habilitado al fin.
Buonanotte tiene su cabeza en España, en su alegría por ser padre en breve. Se le nota. Ante Quilmes fue desde el arranque, algo por lo que había luchado luciéndose en las prácticas. Y vaya si la desaprovechó. Nunca encontró el diálogo en cancha con Lamela. Y Caruso fue un fantasma. Lejos de las estridencias del otro día, solo se notó que estuvo en la cancha cuando fue reemplazado por Funes Mori.
En fin: desde que JJ es técnico de River sumó 28 de 42 puntos posibles, está invicto de visitante y desde su discurso y su forma de trabajar concientizó al plantel de un objetivo. Ser efectivos, utilitarios. Ah, no saben la carita de Lanzini y Lamela cuando se bajaron del bondi y las luces del Hilton los saludaban…
Periodista de Radio Continental.
Cubre River hace 9 años
Twitter: @sebasrur
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