River Plate volvía a medirse con esa sombra que se había creado en 2008, San Lorenzo. Desde ese entonces no había podido ganarle. Ambos equipos en sus peores momentos pero también remontando. Así llegaban.
El partido fue para olvidar. Aburridísimo. Tuvo tan pocas situaciones de gol que si alguien se dormía y se levantaba en el festejo de River Plate, mucho no había para contarle. O le hubiesen explicado algo así: River es un desastre, pero empuja y llega (a veces). San Lorenzo directamente vino a robar un empate. Desde los 8 minutos que su arquero hace tiempo para sacar del arco. Ahora que te levantaste, va a cambiar el partido.
A partir de entonces, River fue más inteligente que San Lorenzo. Perdió varias pelotas que no debería haber perdido, pero supo jugar con la urgencia del visitante. El mismo visitante que vió a sus hinchas enmudecerse por más de 10 minutos.
Facundo Affranchino se volvió, por una noche, en héroe en el Monumental que deliró de alegría. Una alegría que tenía contenida desde el inicio del campeonato. Pero no nos olvidemos que ganamos jugando muy regular. Los hinchas merecen más que esto.
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