Se hacen escuchar

Ayer fue un día amargo en la historia de River. Un día que no queremos recordar pero para no volver a equivocarnos en las urnas habrá que tenerlo bien presente. Ya llegará el balance de lo institucional y deportivo a fin de campeonato, pero hoy quiero hablar de lo que sucedió ayer.

Iba a ser un día en que los dirigentes, por lo bajo y por lo alto, procurarían medir la reacción de los hinchas ante tamaño fracaso con Ramón. No pudieron hacerlo. Al entrar hubo tibios saludos para Gordillo desde el núcleo de la hinchada y una ovación para Astrada. Sobre esto me quiero detener. ¿Algún dirigente piensa que no vamos a ovacionar a Astrada, uno de los jugadores más importantes de nuestra historia? Se equivocan si toman eso como referencia para elegir DT. Tanto él como Hernán Díaz nunca dejarán de ser reconocidos.

Ayer sucedieron cosas raras, por llamarlas de alguna manera, antes, durante y después del partido. Cuando uno llegaba al Monumental se leían carteles sobre F. Alcorta con distintas leyendas que no se llegaban a leer ya que algún fanático oficialista se ocupó de romperlas todas y cada una. ¿O será que habrán sido más y fueron enviados desde presidencia? Los carteles rezaban algo como "Gracias por otra alegría. Aguilar conducción" y "Para seguir creciendo. Aguilar y sus 40 ladrones".

Al ver la tribuna San Martín quedé indignado: ¿Los representantes de socios no van a la cancha? Si le damos un lugar preferencial, y muy caro por otra parte, para que vean el partido y no van deberíamos sacárselo. Así de simple. Hagan un sistema de puntos, pero hagan algo. Es una VERGÜENZA que los que fueron electos para representarnos no vayan a la cancha. ¿O van a otro lugar más preferencial? Si es así, entreguen su lugar. El hincha puede estar enojado y no ir a la cancha -aunque como se ve en la otra entrada bancamos mucho más al equipo que otros clubes-, pero aquellos que fueron elegidos no pueden dejar de estar. Es su mandato representarnos, y si no van a la cancha mal podrán hacerlo.

Durante el partido pasaron cosas que ya pasan a de ser habituales. La popular canta y la platea se diferencia. Mientras la popular "tapaba" con sus cánticos al resto la platea Sívori insultaba al Presidente y la Comisión Directiva. Hasta que sucedió lo que evidenció todo: algunos "jefes" de la hinchada se hicieron presentes en la baranda y comenzaron a insultar a los plateistas, a retarlos a duelo después del partido, a decirles que los iban a ir a buscar cuando salgan y a amenazarlos con que los tienen identificados. Ya es sospechosa la obsecuencia de la hinchada con Aguilar. La platea, ni se inmutó: siguieron flameando las dos banderas estandarte: "Aguilar Renunciá" y "Aguilar Israel Vayanse", y los cánticos no dejaron de escucharse. Incluso lograron que todo el estadio -con excepción de la hinchada, claro está- se contagiara en su reclamo. Primó la libertad de expresión.

Luego del partido 300 hinchas se hicieron presentes en el Hall para pedir la renuncia de Aguilar, para protestar por los recitales y para pedir que sean escuchados. No hubo destrozos ni agresiones físicas. Volvió a primar la libertad de expresión.

El partido nos dejó con un sabor amargo, pero parece que nos acostumbramos a que sea así. Es una señal de alerta que no podemos dejar pasar. Mientras los dirigentes en boca de Julio Macchi y Mario Israel intentan ponerle paños fríos a la agrietada relación con los hinchas por la radio, los hinchas están cansados.

Los socios se están haciendo escuchar, pero nadie parece prestarle atención.

Créditos de la foto: www.riverplate.com