Y Ramón, habiendo jurado venganza, se vengó y con elegancia.
Cuando todos -incluyéndome- descontábamos su vuelta metió la nariz el Oso Arturo, ofreciendo billetes tan verdes y abultados como su disfraz, y supo retenerlo.
¿La palabra? Si, Ramón -como casi todos, por no decir todos- es fiel a su palabra. En la intimidad muchos saben que no se escapa a la regla y se quedó en Boedo porque le garantizaron la misma cantidad de extranjeros. Su palabra vale, lo que valen los extranjeros multiplicados por el factor papada.
De la novela podemos sacar dos conclusiones -provisorias, si las hay-: Ramón supo manejar los tiempos mejor que nuestro presidente y que D´Alessandro encendió una alarma cuando afirmó que por Ramón vuelve pero a River no por sus actuales autoridades.
Como diría Ramón: Jé!
jueves, 22 de noviembre de 2007
Jé (tatore)
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