Chau bostero

Passarella llegó a River luego del momento en que algunos jugadores supieron minar las bases de alguien que tuvo, tiene y tendrá tantos códigos que puede escribir un código. Renunciaba Merlo y al día siguiente Passarella ya era presentado oficialmente. Mediando operación de prensa en Olé -tres días después de asumir- para desmitificar su simpatía boquense, se puso al frente del equipo para decirnos a los hinchas luego de perder campeonato y copa que no tenía el material necesario para enfrentar tamaños compromisos. ¿No venía a ganar la copa? Inentendible.

Llegó el nuevo campeonato y la Sudamericana. No es necesario comentar que nos dejó afuera de local nuevamente -así lo hizo con la Libertadores anterior- pero no frente a un San Pablo Campeón de América precisamente. El campeonato supo darnos una alegría, pero no por nuestras virtudes sino por defectos ajenos.

"Ampliando el presupuesto" River salió de Shopping y compró por ¿20/23 millones? y a comerse al resto. Llegó la nueva Copa, la nueva ilusión. Y de su mano el peor fracaso que cualquiera podría imaginar. NUEVAMENTE Passarella nos dejaba fuera de la Libertadores EN PRIMERA RONDA, pero esta vez siendo últimos en el grupo. Récord. El resto no quiero recordarlo. El campeonato lo ganó quizás aquella persona que nos tenía que dirigir pero por caprichos presidenciales no puede regresar. Y llegó la famosa Carta para descomprimir la situtación donde se leía entrelíneas: si fracaso -nuevamente- me voy.

Volvimos a salir de shopping, esta vez un poco más moderados que a principio de año. El único logro: Bailar a boca. Del resto ni hablar. No pudo formar 11 que rindieran más de un partido seguido y gano en todo el campeonato un sólo partido de visitante. Si, uno sólo.

En la copa pasó de remontar un "Ay que saltar, ay que saltar, que esta noche, se va Aguilar" frente a Botafogo hasta empatar 0-0 de local y perder por penales frente a un ordenado Arsenal a quien River no supo doblegar.

Se va un hincha de boca. No regresará jamás, por suerte.